La segunda vida de Missy by Beth Morrey

La segunda vida de Missy by Beth Morrey

autor:Beth Morrey [Morrey, Beth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 25

Lancaster Villas

Kensington W8

21 de septiembre de 1942

Mi querido Will:

El otro día recibí carta de Sibyl. Me sorprendió porque ya sabes que no es muy dada a escribir largas epístolas ni a ninguna otra forma de comunicación. Demasiado ocupada con sus pollos. Bueno, el caso es que escribió para decir que Henry y Milly se están portando muy bien, van a la escuela de allí y disfrutan del campo en todos los sentidos. ¡Y lo mejor es que Sibby incluía una nota de la propia Milly! No puedo enviártela por si se pierde, así que te la transcribo palabra por palabra:

«Qerida mama

»Te qiero. Labitacion es gande. Ay obejas.

»Milly».

¿No es estupendo? Me alegro mucho de que Sibby no la haya corregido, no la habría disfrutado tanto de haberlo hecho. También había un dibujo, creo que de algo que podría ser una oveja. No intentaré reproducírtela aquí.

Las cosas apenas han cambiado en Londres. Papá ya no baja al sótano durante los ataques. Dice que entre morir y bajar al sótano no hay ninguna diferencia. Mamá ha empezado a coser de nuevo, lo cual siempre es una mala señal.

Con los niños (y tú) lejos, me alegro de tener este trabajo. Las ambulancias van como locas entre el tráfico, pero me estoy acostumbrando a ellas. Mi horario habitual es de seis de la tarde a ocho de la mañana. Tenemos que salir en el momento en que empiezan a caer las bombas, de otra manera no habría nadie a quien salvar. Al principio me daba mucho miedo, pero en la actualidad estamos demasiado ocupados para sentirlo. La otra noche cayó una bomba sobre un teatro de Tottenham Court Road. El recinto estaba atestado de soldados de permiso y muchas víctimas vestían uniforme. Las sacaron a la calle y les pusieron una manta encima, y tuvimos que comprobar si estaban muertas para llevarlas al hospital o al depósito.

Encontré entre ellas a un individuo que estaba vivo y le sujeté la mano durante un rato mientras esperaba a que falleciera. Dijo: «Dile a Elise que la quiero» y le dije que lo haría. Luego lo cargamos con los demás y los llevamos a todos al depósito, pero allí no los aceptaban si no era con un certificado médico. Así que teníamos cadáveres en el vehículo y ningún sitio donde dejarlos. Al final tuvimos que dejarlos en una travesía. A ninguno nos gustó, pero ¿qué podíamos hacer? Aún había otros con posibilidades de sobrevivir y teníamos que ayudarlos.

Los días que libro me reúno en Fitzrovia con otras mujeres que piensan organizar un comité de igualdad salarial para mejorar nuestros derechos. Las conversaciones son muy animadas y la otra noche estuvimos tan absortas en las discusiones que cuando terminamos y salimos a la calle, vimos que ya habían apagado todas las luces, así que tuve que guiarme por las rayas blancas de los bordillos para llegar a la parada del autobús. El conductor tampoco era muy hábil y frenaba con brusquedad. Eran más de las diez cuando llegué a casa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.